miércoles, 19 de noviembre de 2014

CELOS ENFERMIZOS

Lic. Lupita:

Después de 16 años de matrimonio, buscando la manera de seguir juntos, ya no puedo más. ¡Mi esposo me ha ofendido tanto!… Me llama “p…” todas las veces que puede; cree que lo engaño: me investiga, me impide salir, me pregunta constantemente dónde estoy y qué estoy haciendo.

Me prohíbe el celular, no me da dinero: él hace las compras, ya que dice no confía en mí, y todo esto se hace cada vez peor.

 La situación, obviamente, afecta a mis hijos. Un fin de semana quiso llevárselos, pero dos de ellos se negaron; entonces mi marido los amenazó con no darles dinero porque lo habían despreciado, y que eso, para él, era como si ya hubiesen muerto.

 Mi familia me ofrece trabajo y ayuda, pero él no me deja ir, a menos que le deje los niños. Esto es una tortura; siento que estoy volviéndome loca.
Ana María





Querida Ana:

Es muy probable que tu esposo padezca un trastorno mental, llamado colopatía. Sabemos que los celos pueden ser normales en una pareja; pero cuando son excesivos y se acosa al cónyuge con permanentes reclamos, se trata de una violencia psicológica que no debe permitirse, incluso cuando no hay golpes físicos. Esta forma de violencia solapada existe en algunos hogares.

El maltrato psicológico se da cuando se desmerecen los logros del cónyuge; cuando se le controla con celos enfermizos que le degradan; cuando se desconfía, se insulta y se le falta al respeto habitualmente.

En palabras de Carlos Bellucci: “el maltrato psicológico atenta contra la consideración, la confianza y el decoro que es menester tener en las relaciones del matrimonio”.

La Palabra de Dios te invita a no permitir los abusos: “Ni a hijo ni a esposa, ni a amigo ni a vecino, des poder sobre tu vida. Mientras vivas y respires, no dejes que alguien te domine” (Eclo. 33,20).

Y el Catecismo de la Iglesia Católica contempla estas dolorosas circunstancias en el Punto 1640: “Existen, sin embargo, situaciones en que la convivencia matrimonial se hace prácticamente imposible (…) en tales casos, la Iglesia admite la separación física de los esposos y el fin de la cohabitación”.

Los celos son una razón por la cual la vida en familia puede resultar imposible. Con frecuencia, las mujeres celadas entran en un estado de depresión y ansiedad, que acaba desarrollando un cuadro de neurosis.

Se han dado casos de mujeres que optan por dejar casa e hijos para iniciar trámites de divorcio, y esto es aprovechado por el cónyuge celoso para acusarlas de abandono de hogar y falta de cumplimiento de sus deberes conyugales. La guerra, entonces, se vuelve insufrible para la mujer.

     Qué tu experiencia sea un llamado de atención para todos los matrimonios. Los celos excesivos no deben permitirse. La persona celosa se debe preparar explorando técnicas para dominarse, y las personas afectadas han de poner un ALTO a tiempo. Si el celoso no admite ayuda, la separación de los cónyuges, por el bien de toda la familia, aparece como la decisión más prudente. Una buena asesoría espiritual, legal y psicológica te permitirá ver con claridad el camino a seguir.

Pero, en todo: caridad. Es con serenidad como irás dando pasos por el sendero correcto. Haz lo que provoque el máximo bien para los que amas, y esto redundará en bien para ti misma.



Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          
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