miércoles, 25 de febrero de 2015

¿SANACIÓN SIN DIOS, PERO CON ENERGÍA PODEROSA?


Querida Lupita:

Tengo una amiga que me pide con insistencia que asista a un curso de sanación con técnicas de la “Nueva Era”, y en especial del reiki.

Quisiera tener argumentos para decirle que eso me parece como magia, y que, por lo tanto, no creo que se lleve con las verdades de nuestra religión.

Pero ella dice que yo puedo seguir creyendo y confiando en Dios, y que cuando ellos hablen del “poder superior” yo mentalmente piense en mi fe. Por otro lado, muchas personas me han dicho que se sienten muy bien con el empleo de estas técnicas. Afirman que sólo se trata de otra rama de la Medicina Naturista. ¿Sería correcto asistir a un Curso de éstos?

Marianela







Querida Mary:

Este tema es delicado e importante. Hay opiniones encontradas dentro de la Iglesia, y por ello conviene ir a la fuente doctrinal antes de dar un juicio superficial.

Es recomendable leer el Documento: Jesucristo, portador del agua de la vida, una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era”, que ha sido publicado por el Consejo Pontificio de la Cultura y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

En él se nos presenta una visión general de la espiritualidad de la “Nueva Era” y sus diferencias fundamentales con la espiritualidad cristiana. El reiki, entre otras prácticas, figura dentro de las opciones de sanación en esta línea de pensamiento.

Por su utilidad y objetividad, presento algunos argumentos publicados por el Comité Doctrinal de la Conferencia Estadunidense de Obispos Católicos, con el nombre de Directrices para evaluar el reiki como terapia alternativa.

El reiki es una técnica de curación descubierta en Japón a principios del Siglo XIX por Mikao Usui, quien estudiaba textos budistas. De acuerdo con la enseñanza del reiki, la enfermedad es consecuencia de algún tipo de trastorno o desequilibrio en la «energía vital» de la persona. Un practicante de reiki lleva a cabo la curación al poner sus manos sobre el órgano enfermo para facilitar el flujo de la «energía vital universal».

Aunque los partidarios del reiki parecen estar de acuerdo en que no representa una religión en sí mismo, sino sólo una técnica, deben aceptar que sí contiene diversos conceptos de tipo religioso.

Gran parte de la literatura sobre el reiki está llena de referencias a un dios, a una diosa, al «poder de curación divino» y a la «mente divina». Y a pesar de que algunas personas han intentado identificar el reiki con sanaciones de origen divino reconocidas por los cristianos, se equivocan, pues la diferencia radical estriba en el hecho de que para el practicante de reiki el poder sanador está a disposición del hombre. En cambio, para los cristianos el acceso a la curación divina se da sólo mediante la oración a Cristo como Señor y Salvador.

Ni la Escritura ni la Tradición Cristiana en su conjunto consideran el mundo natural como algo basado en una «energía vital universal», que puede quedar sujeta a la manipulación por parte del poder natural humano, de su pensamiento o de su voluntad. De hecho, esta cosmovisión tiene sus orígenes en las religiones orientales y tiene un cierto carácter monista y panteísta, en el que las distinciones entre uno mismo, el mundo y Dios se diluyen.

Algunas formas de reiki enseñan la necesidad de invocar la asistencia de seres angélicos o «guías espirituales reiki». Esto introduce el riesgo de exponerse a fuerzas o poderes malévolos.

Así pues, la decisión es tuya; sé prudente. ¡Los católicos tenemos la perla preciosa! Si no estás firme en tu fe, no la pongas en riesgo abriendo la puerta a un método aparentemente inofensivo de sanación que ni es científico y que, a nivel espiritual, podría llevarte lejos del Dios que se nos ha revelado.

Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          
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miércoles, 18 de febrero de 2015

"LA CONFESIÓN, ¿UN “INVENTO” QUE PUEDE DESAPARECER?"

Lic. Lupita:

He leído en muchas ocasiones que recomiendas la Confesión. Yo creo que es cierto que uno se libera cuando se confiesa con Dios, pero creo que debemos hacerlo directamente con Él, y no ante un sacerdote, que tantas veces falla. Mi hija decidió confesarse después de 12 años y a mí me dio mucho gusto; pero el Padre tenía prisa y la atendió por cumplir: la despidió rapidito, sin decirle nada. ¡Cuánto decepcionan algunos sacerdotes! Mi hija sólo se sintió mejor cuando habló con Dios directamente en su habitación y sin testigos. ¿Por qué los Curas no aceptan que la Confesión se haga directa? Ellos hasta descansarían, ¿no?

Patricia O.



Paty:

Gracias por tocar este tema tan importante para los católicos. Recordemos que la Iglesia no es una asociación de personas que votan para ver qué le acomoda a la mayoría; es una institución fundada por Cristo y llevada adelante por hombres que, en fidelidad a su Fundador, no alteran en nada sus mandatos. Estos hombres, desde luego, cometen errores humanos, pero no por ello bajan las exigencias cristianas, sino que se esfuerzan por alcanzarlas, aunque resulte trabajo de héroes.

La Confesión no es un invento de los Curas. Ellos no son los que perdonan, sino Dios, a quien ofendemos con nuestras faltas. Vamos a entender cómo se instituyó este Sacramento:

Jesucristo dijo a un paralítico “Tus pecados te son perdonados”  (Lc.5, 20). En ese momento los judíos se escandalizaron, porque en su mentalidad sabían que sólo Dios podía perdonar los pecados y no creían en la divinidad de Jesús. Pero Él demuestra que es Dios al curar milagrosamente al paralítico, a la vista de todos.

Perdonó también a la mujer adúltera “Tus pecados, que son muchos, te quedan perdonados” (Lc.7, 47), y al buen ladrón en el Calvario “En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso” (Lc.23, 43).

Jesucristo comunica este poder, para perdonar los pecados, a sus Apóstoles, al soplar sobre ellos el mismo día de su Resurrección y decirles: “Reciban al Espíritu Santo. Quedan perdonados los pecados a aquellos a quienes se los perdonen, y retenidos a quienes se los retengan” (Jn.20, 23). Así, este poder, exclusivo de Dios, es comunicado a los hombres que Él eligió para fundar su Iglesia.

Lógicamente, el poder para perdonar los pecados no podía extinguirse con la muerte de estos Apóstoles, por lo que ellos lo comunicaron a sus sucesores, imponiéndoles las manos. Por más de 20 siglos los poderes sacerdotales se han ido transmitiendo del mismo modo el día de su propia ordenación.

El Obispo invoca al Espíritu Santo e impone las manos sobre la cabeza del Diácono, confiriéndole los poderes sacerdotales.
Los pecados escuchados por el sacerdote, desaparecen por completo una vez que él nos da la absolución. ¡Ya no existen!, ¡volvemos a nacer!

El Papa Benedicto XVI pidió durante su pontificado que los sacerdotes retomaran esta actividad con amor oblativo. Ciertamente ellos son humanos y, en ocasiones, pueden estar cansados o afectarles sus defectos de carácter. Recemos por ellos que, como hijos predilectos de María, sufren muchos ataques del enemigo, a quien le interesa desarmarlos para que dejen de acercar tantas almas a Cristo.


Más que criticarlos, hemos de orar por ellos. Y nosotros, no renunciemos a este don precioso de obtener un alma limpia con este sencillo acto de humildad: la Confesión Sacramental.

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martes, 10 de febrero de 2015

EL CRISTIANO FRENTE A LOS IMPOSIBLES

Muy querida Lupita:

¿Qué hacer cuando un esposo te deja después de 33 años? ¿Cómo entender eso de “Dios solo permite lo mejor para los que le aman”? He hablado con él de todas las formas, pero no quiere regresar. No hay manera de entrar a su mente ni a su corazón.

Dice que no es él quien está mal, sino que yo debo buscar ayuda. Rezo para que vuelva; estoy dispuesta a cambiar en las cosas que él me pide.

Quiero a mi familia unida, pero él ya no. Me encuentro tan desesperada, que a veces pienso en recurrir a la brujería, pero ya sé que no debo hacerlo, por ser católica.
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¿Existirán palabras de consuelo para mí?
Gloria M.









Saludo:

Puedo sentir en mi corazón la opresión que experimentas en el tuyo. El amor siempre es una respuesta libre al otro. No podemos imponer a nadie que nos ame.

¡Qué duro es amar intensamente a alguien y no recibir amor como respuesta! ¿Puedes imaginar el dolor de Dios cuando ha dado todo por ti y por mí, y tantas veces lo hemos ignorado o incluso rechazado? Es en estas difíciles experiencias cuando podemos explicarnos un poco cómo es que Dios nos ama.

Humanamente es imposible cambiar la mentalidad de tu esposo. Aparentemente, es una víctima más de este mundo hedonista y consumista. La ideología individualista que permea el ambiente a través de novelas, noticieros, segundas vidas vía Internet, películas, series, está destrozando la esencia humana, que solo se realiza en el don de uno mismo a los demás.

El hombre que está hecho para amar, no ama. El hombre que está diseñado para los demás, elige libremente verterse sobre sí mismo: “Importa lo que yo quiero, y nada más”. En el fondo de su razonamiento es como si existiera esta convicción: “Si mis decisiones afectan a mis hijos, a mis padres o a la mujer que me ha entregado la vida, que los psicólogos les ayuden; yo voy a hacer lo que quiero”.

Para el alma cristiana, la de aquél que conoce a Dios a través de Cristo, sabe que nada es imposible para Él. Por eso se abandona con absoluta confianza. El Señor permite males porque conoce los frutos que obtendrá de ellos, una vez que las almas se le entregan.

Ante los aparentes imposibles, no hay que huir de Dios, sino huir hacia Dios. La desesperación aparece en quien no conoce a Cristo realmente; es tiempo, pues, de buscarlo con sinceridad y con más vehemencia que nunca.

 En el punto 24 de la Exhortación Apostólica Verbum Domini, el Papa Benedicto XVI nos recuerda un bellísimo regalo de Dios, que hoy es para ti: Los Salmos. “Es Dios quien nos enseña cómo podemos hablar con Él… es en el Libro de los Salmos donde se nos ofrecen las palabras con que podemos dirigirnos a Él, presentarle nuestra vida en coloquio y transformarla en un movimiento hacia Él”.

No es el final de la historia; es el nudo, el desafío. Crece como ser humano, dejando en manos de Dios el crecimiento espiritual de tu esposo. Transfórmate en el mismo Cristo, que sabe comprender y amar sin límites. Tal vez estés pensando: “Pero es que no soy santa”. Pide a Dios este primer milagro, porque es cierto que este mundo no cambia sin santos.

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miércoles, 4 de febrero de 2015

NO MÁS PADRES ABANDONADORES, Y SÍ MÁS PADRES COMPROMETIDOS

Licenciada Lupita:

Somos una pareja recién casada. Hemos seguido sus artículos, en los cuales usted ha dicho que pueden romperse las cadenas de dolor. Nosotros nos conocimos en un Retiro Espiritual, y Jesús cambió nuestras vidas.

Estamos contentos; pero, a la vez, tenemos muchos temores sobre la forma en que educaremos a nuestros hijos. Mi esposa no conoció a su papá, y yo, aunque supe quién era, jamás conviví con él.

¿Cómo podemos construir una familia si no tenemos un modelo a seguir? Contamos con nuestra fe y con buena voluntad, pero el miedo sigue ahí. ¿Podremos superarlo?
Alejandra y Joaquín








Queridos Ale y Joaquín:

Ustedes harán realidad sus deseos porque cuentan con la fuerza más poderosa sobre la faz de la Tierra: la fe.

Se escucha hablar con mucha frecuencia sobre “madres solteras”, pero nunca se menciona algo como “padres abandonadores”.

Ustedes dos vivieron esta realidad. En sus vidas hubo un padre que los abandonó y los dejó a su suerte; en cierto modo, esto es causal del miedo que experimentan actualmente. Sin duda que su mamá hizo un papel heroico, especialmente porque supo acercarlos a Dios.

Hoy quiero dirigir estas palabras a esos padres que no han tomado conciencia de la importancia de su rol en la educación y desarrollo de sus hijos.

Presento algunas conclusiones científicas a continuación:

A partir de las seis semanas, los niños distinguen la voz del padre de la de la madre. Ya a las ocho semanas se aprecia que, al acercarse la madre, los recién nacidos responden con un ritmo cardíaco y respiratorio más lento, aflojan los hombros y bajan los párpados; en cambio, cuando se acerca el padre, se les acelera el ritmo cardíaco y respiratorio, tensan los hombros, abren los ojos y se les vuelven más brillantes.

Los niños que han tenido un buen padre entre los primeros dieciocho a veinticuatro meses de vida, son más seguros en la exploración del mundo que les rodea, son más curiosos y menos dubitativos frente a los nuevos estímulos.

Henry Biller y Frank Petersen demostraron que estos niños, llegado el momento de ir a la escuela, están más preparados; tienen mayor tolerancia a la tensión y a la frustración; están más capacitados para esperar su turno; mantienen suficiente interés en su trabajo, más confianza en sus propias capacidades y habilidades para trabajar solos hasta que la profesora pueda ayudarlos.

Un estudio longitudinal de la Universidad de Regensburg, Alemania, evidenció que los padres que interactúan con sus hijos a los dos años, jugando con ellos y apoyándolos, mantendrán una relación sólida con ellos a través de la adolescencia.

Aquellos que a los cinco años de edad no están apegados a su padre, sufrirán ansiedad y serán más retraídos e inseguros a los nueve años.

El investigador y psiquiatra infantil Kyle Pruett, de la Universidad de Yale, encontró que la participación positiva de los papás está ligada con menores conductas agresivas, menos depresión y mentiras; mayor responsabilidad, obediencia y consideración hacia los demás; menos problemas conductuales y mayor habilidad para la lectura, en los niños; niñas más felices, seguras, abiertas a probar cosas nuevas y con mayor destreza matemática. Se relacionan también con más sensibilidad moral.

Varones, basta ya de irresponsabilidades y egoísmos. Necesitamos su rol comprometido en las familias. Retomen su papel de esposos fieles y padres amorosos. Prepárense para amar a una mujer y formar a su lado la mejor familia que haya existido: la suya propia.



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