SEXUALIDAD EN EL MATRIMONIO

Estimada Licenciada Lupita:

Mi mujer no puede disfrutar de la intimidad porque dice que se siente “sucia” y que lo que hacemos está mal. Yo soy un hombre casado por las dos leyes y creo que tengo derecho a gozar de mi mujer y ella de mí. Yo quiero que ella disfrute; no es algo egoísta, pero no sé qué es lo correcto. No deseo hacer lo que otros, que buscan por otra parte. Lo que quiero es ayudarla a ella para que se sienta bien con algo que es natural y normal.

Joaquín.

Estimado Joaquín:

Hablemos de la sexualidad en el matrimonio. Dios la inventó, así que se trata de un don maravilloso. No es algo sucio o indigno; todo lo contrario, es una actividad que dignifica al matrimonio cuando se vive en plenitud.

A veces hay culpas y prejuicios porque no se ha aprendido respecto de este tema de la mejor manera. Nuestros padres no hablaban con nosotros, y la información que nos llegaba era deforme y sucia, llena de morbo y vulgaridad.

 Aunado a esto, pudieron haberse dado experiencias que marcaron nuestro pasado en forma negativa, haciendo todo un entramado emocional que bloqueó nuestra capacidad de “donarnos” en la relación esposa.

¡Vamos a descubrir el plan de Dios para nuestra sexualidad! Él inscribió el placer en ella para que deseáramos esta relación con una doble finalidad: unitiva y procreativa.

Hombre y mujer se unen por amor y manifiestan este amor a través de su cuerpo. Nuestro Creador desea que cada encuentro íntimo sea una manifestación de amor.

Nosotros no somos animales, sino personas. Tenemos instinto sexual; pero, sobre él, disponemos de facultades específicamente humanas que nos permiten gobernar este instinto y hacerlo funcionar al servicio del amor: contamos con afectividad, inteligencia y voluntad.

Precisamente merced a estas facultades, el hombre “humaniza” su sexualidad, del mismo modo que humanizamos nuestro modo de comer.

Gracias a ellas, un hombre puede controlarse perfectamente si su esposa está enferma o se encuentra lejos por diversas razones. Igual ocurre que una mujer puede esperar a su esposo por períodos prolongados si es necesario.

La sexualidad humana NO es una necesidad, sino un apetito. No existen hospitales con áreas de enfermos graves por “abstinencia”. Si una necesidad primaria no se satisface, el ser humano muere (hambre, sed, etc.). Sin embargo, bien sabemos que nadie morirá por no tener relaciones sexuales. Te felicito por estar decidido a no ir a “buscar” a otro lado, porque no eres bestia.

Pero, desde luego, es certísimo que el cuerpo de tu esposa es tuyo y el tuyo es de ella. Así que te toca ayudarla para que ella aprenda a ver, en este acto, un acto de amor que agrada al mismo Dios.

He aquí el secreto: conquístala a lo largo del día. Agradécele por la comida, por su sonrisa, por sus detalles. Dile que la encuentras bonita, que te gusta. La palabra clave es: ternura.

Acércate a ella con ternura y respétala cuando ella te dice que algo no le agrada. La sexualidad humana debe reflejar la dignidad de las personas.

Tu creatividad te permitirá descubrir formas de amar sin ofender. Abrázala al terminar el encuentro y dile que la quieres.

Todo esto contribuirá a hacer un ambiente cálido, digno, limpio. Te aseguro que esta actitud tuya te obtendrá lo que quieres de ella: disponibilidad.

Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          

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