miércoles, 8 de febrero de 2017

MATRIMONIOS EN CRISIS

Estimada Lupita:

Amo a mi esposo. Le pedí perdón por no haber actuado a tiempo. Le he dicho que la familia es lo más importante para Dios, pero en su mente está abandonarnos. Hace un tiempo decidimos mudarnos por trabajo, pero él se fue primero y nosotros no quisimos alcanzarlo. Conoció a una mujer y ahora dice estar enamorado de ella. No tengo nada que justificar, pues permití el distanciamiento creyendo que nada pasaría. Estoy dispuesta a perdonar su ofensa y salvar a mi familia. ¿Qué puedo hacer?

Laura








Muy estimada Laura:

Te agradezco que nos compartas tu experiencia con sinceridad. Los tiempos que corren nos hacen pensar que lo primero que debemos buscar a favor de la familia es la seguridad financiera. Muchas familias se separan con el deseo de forjar un patrimonio para el futuro, pero el precio puede ser la ruptura. No vale la pena.

El amor se alimenta con la convivencia. Es necesario dedicarse un tiempo como pareja para cultivar la relación.

Pensemos cómo en la vida cotidiana tenemos varios aparatos en casa que nos permiten hacer funcional el hogar: lavadora, licuadora, tostador, televisor, radio, auto… Si no damos mantenimiento a estos, o si empiezan con un ruido extraño y no los arreglamos rápido, sabemos que, con en el tiempo, se descompondrán y quedarán para la basura.

Cuando un matrimonio está en crisis, significa que vinieron dándose desperfectos por un tiempo y no fueron atendidos. Dejamos que esto se agravara, al punto en que, ante la situación desesperante, sentimos que ya no hay solución.

Tú narras el hecho de haber dejado que él partiera solo a otra ciudad y cómo fueron acostumbrándose a verse cada vez menos. Dejaste distancia entre los dos y hubo espacio para alguien más. Él puede haberse “enamorado”, pero esa relación que nació en la infidelidad no vale el dolor de una familia rota.

¿Cuáles son las señales que nos permiten observar si nuestra relación necesita mantenimiento? Te propongo que te plantees tres preguntas básicas:
a.       ¿He tenido detalles cariñosos con mi cónyuge este día?
b.      ¿Le he faltado al respeto con palabras, gestos o actos el día de hoy?
c.       ¿Nos hemos ido a dormir disgustados y nos hemos aplicado la “ley del hielo” en esta semana?

Detalles, respeto y sabio manejo de conflictos. Cuando no cuidamos estos tres elementos, estamos andando un derrotero que lleva a la crisis. Siempre será mejor prevenir. Los matrimonios estemos atentos a estos aspectos para evitar llegar a situaciones límite.

Y cuando la crisis ya está ahí, hay que recordar que:
*  La lluvia no durará por siempre. Este es un periodo de la vida que resulta angustiante, pero va a pasar.
*  Si luchas, puedes perder; pero si no luchas, ya estás perdido.
*  Nada es imposible para Dios, y empezar un acercamiento verdadero hacia Él será la clave que te lleve a un desenlace deseable.
*  Las crisis no son muros infranqueables, sino vallas que obstaculizan el camino a la meta.

 Ante las crisis siempre es posible pedir ayuda. Considera asistir a un retiro de matrimonios, visitar a un director espiritual, asesorarte con un terapeuta que valore la institución del matrimonio. Y si no cuentas con tu cónyuge, es conveniente que inicies un camino hacia la madurez personal: empieza con un Cursillo de Cristiandad o un retiro que te lleve al encuentro personal con Cristo vivo. Tu anhelo de crecer como ser humano y convertirte en lo que Dios desea de ti es trabajar por Su reino. Y cuando buscas primero el Reino de Dios, TODO lo demás se te dará por añadidura (Mt. 6, 33).






Lupita Venegas

miércoles, 1 de febrero de 2017

FAMILIA, SÉ LO QUE ERES

Querida Lupita:

 Las noticias de tanta violencia en el mundo me hacen perder la esperanza. Y todo se vuelve mas crudo entre mas cerca está de nosotros, todas las injusticias en nuestro país, en nuestra ciudad y en nuestras familias. Soy de Monterrey y vivo muy cerca del colegio donde un adolescente disparó contra otros. Estamos consternados y el miedo y la incertidumbre crecen. Somos cercanos a nuestros hijos y hemos hablado de esto. Ellos nos dicen que ya no hay familias como la nuestra, sus compañeros pertenecen a hogares rotos, en donde hay violencia, maltrato o individualismo. ¿Cómo podemos ayudar a las familias a cumplir su misión de transmitir valores y amor?
Nancy H.






Querida Nancy:

San Juan Pablo II convocaba con fuerza diciendo: ¡Familia, sé lo que eres!

La familia ha de ser una comunidad de vida y amor. La realidad nos duele: en los hogares hay padres ausentes, hijos que no se sienten amados, gritos, humillaciones, malos entendidos, pleitos por dinero, desorientación total, falta de sentido de vida, traiciones...
Es tiempo de volver a las bases, de entender que la única forma de cumplir nuestra misión es amar. Nacimos por amor y para amar, este es nuestro diseño natural y por ello hay que actuar en consecuencia. Hoy las ciencias de la conducta son concluyentes al señalar que la mejor forma de mostrar el amor es a través de la sana convivencia. Amas aquello a lo que le das tu tiempo.

Comparto contigo algunas formas prácticas de convivir en familia y reconstruir ese amor que parece haberse marchitado:

1)    Establecer límites de tiempo de uso de las nuevas tecnologías. Dieta de televisión y dispositivos electrónicos en general. Es necesario evitar las pantallas durante el tiempo de las comidas.
2)    Elegir un momento de convivencia diario, o al menos semanal. Se trata de dar tiempo de calidad, escucharnos con atención unos a otros, preguntar por planes, sueños, gustos y deseos de cada uno.
3)    Organizar actividades que generen un contacto con la naturaleza, una vez al mes y mínimamente 2 veces al año. Excursiones, campamentos, playa, montaña, lagos...
4)    Promover el mantenimiento de la casa a través de actividades en las que todos colaboren. Padres e hijos deben aportar al orden y limpieza del hogar .
5)    Calendarizar reuniones familiares semanales o quincenales para practicar actividades lúdicas del gusto de la mayoría.
6)    Hacer obras de teatro con fines educativos. Permitir a los hijos usar ropa, zapatos, pelucas, mascadas para caracterizar a sus personajes y desarrollar escenificaciones con diversos fines: sembrar valores, catequizar, reflexionar, cultivarse en temas de historia, arte, civismo, etc.
7)    Conocer las habilidades de cada uno de los miembros de casa y estimular su desarrollo: pintura, música, creación literaria, lectura, baile, deporte, habilidad matemática, memoria, etc.
8)    Dar espacio e importancia al alimento espiritual: tiempo de oración en familia (el rezo del Rosario tiene muchísimas ventajas), planeación especial del día y horario para ir a Misa.
9)    Ver películas juntos y comenta los valores y antivalores observados al terminar la proyección.

Y como fondo musical, hacer un pacto de respeto y respetar el pacto. Determinarse a eliminar gritos y humillaciones en el trato entre esposos y con nuestros hijos, padres y hermanos.

Practicar todo esto es sin duda un gran desafío. Pero está al alcance de una voluntad decidida.


Todos queremos lo mejor para nuestros hijos. Darles tiempo y darles lo mejor de nosotros es el único camino para conseguirlo.

Lupita Venegas

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