miércoles, 17 de diciembre de 2014

DEPRESIÓN: SÍNTOMA DE UNA FELICIDAD MAL BUSCADA

Querida Lupita:

Tengo miedo. Miedo de todo: salir, hablar, hacer. Lo tengo todo, pero me siento desolada. Me duele ver que mis hijos sufren al verme así. Todos a mí alrededor están cansados. Yo también. Ya no quiero vivir. Esta carta es una llamada de auxilio.
Verónica






Hermana mía:

Recibe un cálido abrazo y mi compañíaa.

Plasmas en tu carta la imagen exacta de la modernidad. Dices tenerlo todo, menos la felicidad.

¿Cómo es posible?

Revisemos un poco la Historia.  El concepto de felicidad ha ido sufriendo modificaciones. Los grandes pensadores antiguos hablaban de la felicidad-virtud, mientras que los contemporáneos nos presentan el anhelo de la felicidad-placer.

La diferencia es que antes se aceptaba llanamente que la felicidad era fruto de un desarrollo personal, de una práctica de las virtudes. Era feliz quien se esforzaba en vivir dignamente, como verdadero ser humano. Hoy, nos han convencido de que tenemos “el derecho” a ser felices; escuchamos a motivadores y líderes de opinión repitiéndonos esta frase desafortunada, la cual creemos con ingenua facilidad.

La filosofía más rigurosa nos dice, por el contrario, que la felicidad no es un derecho, sino un deber. ¡Y es verdad!, tú y yo tenemos “obligación” de conquistar la felicidad para la que nacimos.

Esta felicidad se conquista. Es un trabajo arduo que nos lleva a la sensación interior de paz y armonía. No podemos cosechar lo que no hemos sembrado. “Cada cual cosechará según lo que haya cultivado” nos dice San Pablo, y el Padre Sálesman agrega: “Quien cultiva pensamientos tristes cosechará depresión. Pero quien siembra pensamientos entusiastas, cosechará una muy buena salud mental”.

A desenredar la madeja.

No quiero culparte, sino todo lo contrario, liberarte. Es necesario conocer la verdadera causa para poder erradicar el mal, de raíz.

Cuando una persona lo tiene todo, se parece a aquella araña orgullosa a la que todo le salía bien. Una vez dedicó mucho tiempo a construir su telaraña. Colocó un hilo largo de un punto a otro y sobre él empezó a tejer. Lo hizo tan bien, que al mirar su obra concluida se dijo a sí misma: “¡Qué belleza de tela he confeccionado!, solo me estorba ese hilo del centro”. Lo cortó y… toda la telaraña se vino abajo.

Cuando cortamos lo esencial, todo se derrumba. Quitamos a Dios de nuestras vidas y NADA puede suplir su ausencia en nuestro corazón. Revisa tu vida. Es probable que, al salirte todo bien, hayas llegado a considerar que fue gracias a ti o a los tuyos, negándote a agradecer cotidianamente a Dios, pues todo es un “don” que proviene de Él.

Ahora bien, es incuestionable que sufres los efectos de una fuerte depresión. Acepta que estás enferma y déjate ayudar.

Primero que nada acude a la única fuente de felicidad auténtica: Cristo.

Enseguida llena tu mente de ideas positivas. Cree en ti, en tus capacidades. Yo aprecio mucho el que, a pesar de tu dolor, supiste empezar tu carta con una palabra cariñosa: me dijisteQuerida Lupita. ¡Eso habla de tu valor!, tienes una gran calidad humana, te diste un espacio para amar, cuando todo lo que quisieras es que te amaran. ¡Tienes un corazón generoso y vas a triunfar!

En tercer lugar, recuerda que debesrecibir el diagnóstico de un especialista enproblemas de la mente. A veces nuestra depresión no es sólo por causas externas, sino por desórdenes bioquímicos a nivel cerebral. Si esto existe, puede determinarlo el experto, quien será de gran ayuda al prescribirte algunos medicamentos adecuados.

¡Dios cree en ti!,

pero ahora te toca creerle a Él.

Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          
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miércoles, 10 de diciembre de 2014

¿HABRÁ NAVIDAD PARA MÍ?

Querida Lupita:


Tengo una duda muy grande, y en verdad quisiera saber cómo actuar. Este año nos toca pasar Navidad en casa de mis suegros, pero ellos no son muy católicos y nunca hacen la cena tomando en cuenta que es el cumpleaños de Jesús, como leí en un número de la revista de Ideales Franciscanos.

Si nos quedáramos en casa, seguramente podríamos celebrarla con espíritu realmente cristiano; sin embargo, no sé cómo decírselo a mi marido. Ir a donde viven sus papás va a ser un sacrificio para todos, pues ni siquiera vamos a sentirnos a gusto.

¿Cómo podré hablar con él?

Consuelo P.




Mi querida Consuelo:

Cuando alguien dice: Yo no soy muy católico, o bien, soy católico, pero no practicante, en realidad está demostrando que desconoce nuestra bellísima religión.

 En efecto, somos católicos todos los bautizados, pero no todos nos preparamos para vivir nuestra Fe y nos quedamos infantiles, inmaduros espiritualmente.


Imagina por un momento cómo sería el mundo si los católicos, que somos más de 1,100 millones, conociéramos a fondo nuestra Fe y fuésemos congruentes con ella. Para empezar, los dirigentes católicos evitarían a toda costa las guerras, el hambre y la injusticia para sus pueblos y los pueblos vecinos.

Las madres católicas estarían preocupadas por lo único importante: transmitir la Fe a sus hijos para hacerlos merecedores del Cielo, mientras que los padres de familia ejercerían su autoridad en casa para el bien de todos, y no para cubrir sus propios caprichos.

La violencia entre jóvenes y dentro de las familias sería mínima o nula, pues todos querrían ser fieles al llamado cristiano de sembrar el amor y la paz. El consumismo dejaría de hacer daño a las almas. Los negocios sucios -que son muchos y muy redituables- quebrarían (con razón se ataca tanto a la Iglesia Católica); los Medios de Comunicación transmitirían contenidos dignos -lástima que hoy en día hay muchos católicos "no practicantes trabajando en ellos-; los vecinos se conocerían y habría ayuda mutua; las familias, en fin, experimentarían comprensión y perdón, tanto al interior como al exterior

Qué gusto me da que desees vivir tu Navidad con un sentido auténtico, pero si de verdad quieres que nazca Cristo en tu corazón, disponte a ir a casa de tus suegros. Si es posible, sugiere una pequeña oración o actividad que una, no que separe. Si aun intentándolo nada puedes lograr, entonces haz lo mejor que podemos hacer los cristianos: dar testimonio.

 Tú puedes celebrar tu cena navideña en casa una noche antes, preparando así el corazón de tus hijos para aceptar serenamente las cualidades y defectos de sus abuelos, y animarlos para que sepan verlos como los mira Cristo. ¡Ésta es la auténtica Navidad!


Cristo viene a nacer en los corazones de todos y su presencia puede transformar sentimientos y conductas. Si no te revistes de Él en tu corazón, no amarás de verdad.

 Una encomienda especial para esta Navidad es: ¡Qué también en los hogares más humildes haya cena familiar! Si tú conoces una familia que no podrá celebrar su Navidad, dadas sus precarias condiciones económicas, llévale de cenar tú mismo y hazlo en familia. Hazlo en nombre de Jesús y de su mensaje de Buena Nueva este mismo 24 de diciembre.


¿Crees que es una locura hacer un espacio para llevar a tus hermanos pobres la alegría de Cristo el mismo día de la Navidad?, pues entonces atrévete a ser un loco de Cristo.


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miércoles, 3 de diciembre de 2014

VALOR PARA IR COMO ÉL, CONTRA CORRIENTE

Lupita:

No me cabe la menor duda de que se dio un hecho histórico hace tres años en la Feria Internacional del Libro, pues no recuerdo que en alguna ocasión anterior se hayan reunido seis escritores católicos a presentar seis diferentes trabajos, enfocados al crecimiento humano en la Fe y los valores cristianos. Mucho menos recuerdo que al final de alguna presentación en un salón de la FIL se haya elevado una oración, como la que salió de labios de Juan Alberto Echeverry, y nunca el que un Sacerdote católico haya impartido la Bendición en nombre de Dios a todos los presentes.

Este acontecimiento se ha repetido y este año ocurrirá por tercera vez.

Gracias al Señor que la anti-delincuencia también está organizada. A los que asistimos nos toca extender su esfuerzo en nuestras trincheras. ¡Él les bendiga!
En Cristo, Julián Flores






Querido Julián:

¡Cuánto me alegran tus palabras!

 El acontecimiento que mencionas, enmarcado en el Año de la Fe, me hizo recordar lo externado por el Papa Pío XII: “Nuestro tiempo exige hombres y mujeres que huyan de la mediocridad y busquen la santidad”. La apatía por lo divino existía cuando él pronunciaba esta frase, y existe hoy de manera virulenta.

 En el Documento Porta Fidei el Papa Benedicto XVI nos invitó a los cristianos a hacer vida nuestra Fe: “Lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, sean capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera; ésa que no tiene fin”.

 Y, en este hecho que narras, hay un ejemplo de lo que es cristianizar las Sociedades. La santidad consiste en vivir para Cristo en la profesión, oficio o circunstancia en donde nos encontremos, buscando unirnos cada vez más a Él y cumpliendo la divina voluntad del Padre en todo.

Santidad es salir de la apatía, del sinsentido, de las vidas ociosas, sin ideales ni esperanzas, y vivir convencidos de que Dios se hizo hombre en Cristo. La Constitución Gaudium et Spes (Alegría y Esperanza) declara: “La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se confía por entero a su Creador”.

¿Vamos a quedarnos con este tesoro sin compartirlo? Uno de los efectos naturales de la Fe es el ansia y deseo de transmitirla a los demás.

Recuerdo la ocasión en que el Secretario de Salud de Croacia develaba una escultura que defendía la vida, y la defensa de la pureza que hacía un jugador de futbol americano, asegurando que la vivía porque era cristiano; también recuerdo la presentación de la Película “La Cristiada”, que un productor católico apoyó, arriesgando su propio patrimonio… todos ellos están santificando su ambiente. Ejercen violencia, pero no contra otros, sino contra sí mismos, al elegir enfrentar sus miedos e ir contra corriente.

Gracias por querer sumarte a este esfuerzo. ¡Te necesitamos!


¿El plan?: ¡Llevar a Cristo a todas partes!



Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          
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