miércoles, 12 de agosto de 2015

PARA SANAR ENVIDIAS: ¡VALÓRATE!

Querida Lupita:

Ojalá pudieras darme algunas ideas útiles para ayudar a mis hijos a dejar  de pelear. Tienen 6 y 4 años, y me dicen que es normal entre hermanos, pero yo creo que debo intervenir con más sabiduría, porque por ahora todo lo que hago es callarlos y separarlos cuando ya estoy harta. Veo que uno de ellos destaca mucho y al otro le da envidia. No sé cómo manejarlo.
Guadalupe R.




Querida tocaya:

Una de las formas más efectivas que existen para ayudar a nuestros hijos a modelar virtudes, es el contarles cuentos. A través de los cuentos, ellos son capaces de ver desde afuera una situación de vida por la que atraviesan, y asimilar lo que les atañe. Es conveniente que en el cuento los personajes sean ficticios (animalitos, gigantes, enanitos,  incluso árboles o cualquier otro objeto), pero las características de éstos que sean reales y correspondan (de manera un poco exagerada) a las actitudes que  has visto en tus hijos y quieres modificar.

 Puedes tomar en cuenta pasajes bíblicos también. Si consigues una Biblia para niños, en ella encontrarás muchas historias útiles, que son narradas especialmente para su edad. Toma, por ejemplo, la historia de Caín y Abel.  Una versión infantil dice: “Abel era pastor de ovejas, y Caín, labrador. Pasado un tiempo, Caín presentó una ofrenda al Señor. Abel, también. El Señor se fijó más en la ofrenda de Abel. Caín se irritó sobremanera y andaba cabizbajo. El Señor le dijo a Caín: “¿Por qué estás resentido y con la cabeza baja?; si obras bien, andarás con la cabeza levantada; pero, si obras mal, el pecado acecha a la puerta de tu casa para someterte. Sin embargo, tú puedes dominarlo”.  Caín dijo a su hermano: “Vamos al campo”. Cuando estaban ahí, lo mató. El Señor le dijo a Caín: “¿Dónde está Abel tu hermano?”. Contestó: “No sé; ¿acaso soy yo su guardián?” (Gén.4, 1-9).

 Tras la lectura, haces inmediatamente una interpretación dirigida a ellos: “Esta historia es triste porque aquí vemos a dos hermanos. Uno de ellos se deja llevar de un mal sentimiento hasta destruir al otro. Uno de ellos no supo buscar la forma de agradar a Dios con sus propios talentos, sino que se enojó mucho porque el otro tuvo más reconocimiento. El Señor le hace ver que el que obra el bien se sentirá bien. Pero cuando estamos muy enojados, se oscurece nuestra mente y no pensamos con la luz de Dios”

Caín sintió algo que muchos de nosotros experimentamos: envidia (molestarse porque otro muestra superioridad). Éste es un sentimiento muy normal, pero muy destructivo. Cuando lo  descubramos en nuestro corazón, conviene aceptarlo, darle su nombre y, enseguida, soltarlo. No permitamos a un mal sentimiento que dirija nuestros pasos. Más bien, una vez que aceptamos lo que estamos sintiendo, reflexionemos: ¿Cómo puedo yo ser una mejor persona?”

Todos somos agradables a Dios, puesto que Él nos hizo, pero todos somos distintos, y eso es bueno porque así nos enriquecemos mutuamente. Unos tienen talentos que son muy notables, pero otros tenemos talentos diferentes que no se ven mucho, aunque  nos hacen personas muy confiables, especiales y profundas. Podemos notarlo, por ejemplo, al ver cómo se realiza una película. En ella hay productores, escenógrafos, sonorizadores, guionistas, encargados de logística, iluminadores, post-productores, un sinfín de piezas clave para que nosotros gocemos el resultado final. Los protagonistas se hacen muy conocidos, pero ellos no fueron la pieza clave en el éxito de la película, sino todos en conjunto, cada uno aportando sus talentos personales en la mejor área de aplicación.

Es recomendable decir a nuestros hijos que nosotros también hemos experimentado esa envidia y, si es posible, compartir alguna anécdota. Subrayar el hecho de que todos estamos hechos para vencernos a nosotros mismos, y que, haciéndolo, nos convertimos en la mejor versión de nosotros mismos. He aquí un gran principio de vida: Nunca compararse con los demás, sino sólo consigo mismos.

Los padres de familia debemos estar atentos a reconocer y a valorar las muy diferentes cualidades de cada uno de nuestros hijos. Por eso es importante subrayar siempre la necesidad de convivir. Fabrica el tiempo si hace falta, pero recuerda siempre “hacer familia”.

Lupita Venegas/Psicóloga 
www.valoraradio.org          
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