miércoles, 6 de julio de 2016

¿PARA QUÉ TE CASASTE?

Lupita:

Tengo un mes de casada y, la verdad, se me ha hecho muy difícil. Tuve que cambiarme de ciudad, a causa del trabajo de mi esposo. Se me ha hecho muy pesado, extraño todo: mi familia, la comida, mis amigas, mi rutina. Aquí está muy feo, no creo adaptarme y me siento muy desmotivada. Mi esposo ve que estoy inconforme y tengo problemas. Pido oración para que pronto mi esposo y yo regresemos a nuestra ciudad. Estoy deprimiéndome aquí. Ojalá puedas darme algún consejo, ya que me agarra la desesperación muy feo.
Amanda





Querida Amanda:

Es muy comprensible tu estado emocional en el mundo de fantasía que estamos construyendo los padres actuales. Hemos educado hijos sin responsabilidades, pero llenos de “derechos”. Los matrimonios jóvenes están enfrentando una realidad para la cual nunca fueron preparados. Desde que se dijo que debíamos tener menos hijos para darles más, estamos fabricando personalidades débiles, hombres y mujeres que no pueden vivir si no les hacen una vida fácil.

 Has pasado de ser hija de familia a reina de tu propio hogar, pero no estás preparada para reinar, considerando que una reina no sólo tiene privilegios, sino que también debe saber dirigir su imperio.

¿Para qué te casaste? Piensa en una de las siguientes categorías, y selecciona la que más se adapte a ti:

a) Para ser feliz

b) Para hacer feliz al hombre del que te has enamorado

c) Para construir una familia junto al hombre de tu vida

Si decides a): Enfrentarás una profunda frustración, pues ninguno de nosotros puede hacer depender su felicidad de otro.

La elección b): Puede generar una relación de codependencia, por sentir la responsabilidad total de la felicidad del otro.

La opción (c): Es la verdadera y única razón por la que debemos casarnos

Lo que no aprendiste en casa con amor y disciplina, te lo enseñará la vida con dolor y esfuerzo. Estás al lado del hombre del que te enamoraste para construir junto a él una bella familia. Disfruta el camino; es maravilloso saborear el ir creciendo poco a poco, el aceptar las circunstancias que les toque enfrentar y hacerlo juntos, amándose, sabiendo que todo se vive con paz y con ilusión de mejorar cada día un poco más

Platica con él, pídele apoyo y comprensión. Proyecten su vida a 5, 10, 15, 30 años. ¿Cómo quieren vivirla?

Sueñen con sus hijos y con la forma en que los educarán juntos.

Por tu parte, busca la manera de hacer el bien en la comunidad a la que perteneces, ¡Cuánto puedes aportar, viniendo de una gran ciudad! Hazle sentir a tu esposo que lo único que cuenta es vivir a su lado, y mantén tu sonrisa sabiendo que eres un regalo para él.

Sería agradable para ti el que yo te dijera que haré oración para que regreses a tu ciudad con tu mami, tus amigas, tu rutina… pero te diré que prefiero orar para que seas la mujer que Dios quiere: mujer madura, íntegra, entregada a su misión primordial como esposa y madre. Lo primero, sería solapar tu inmadurez; lo segundo, implica rogarte que luches por grandes ideales, en lugar de suplicar por comodidades.

Necesitamos mujeres jóvenes convencidas de que no hay mejor manera de realizarse que formando familias según el Plan de Dios. Descubrirás que lo que parece una renuncia es, en realidad, una ganancia.

Lupita Venegas

Lupita Venegas Leiva/Psicóloga 
www.valoraradio.org          
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